!Hijos Especiales para Padres Especiales!

"Dios nunca nos da una cruz más pesada de la que podemos cargar"

viernes, 11 de febrero de 2011

EL PARTO



Afrontar el hecho de que tu hijo es especial es sumamente duro, es algo así como pasar del blanco al negro de un segundo al otro, sin haber transitado antes por la escala de grises, es como cambiar de un día lleno de luz a una noche sumamente fría y oscura, es algo así lo que yo sentí.

Recuerdo que entré a la sala de parto muy pero muy nerviosa, toda mi familia estaba en la sala de espera, mi papá, mis tías, mis primas, mi pareja, mi cuñado, mi hermano, todos, excepto mi madre quien se había ido de viaje días antes prometiendo regresar a tiempo, sin embargo el parto se adelanto y tuvieron que operarme de emergencia porque la bebe estaba presentando pocos latidos y no se movía mucho, presagio de que las cosas no saldrían del todo bien. No sé si los nervios que sentía eran por el hecho de la cesárea de emergencia que debían hacerme o por el instinto de que algo andaba mal.

Ya señora cálmese, si sigue así no la podemos operar, pónganle más epidural, porque así como está no le va a hacer efecto, decía la enfermera mientras me pinchaban una y otra vez con aquella gran aguja que me dejó un terrible dolor de espaldas por muchos días.

No sé si fue por el exceso de epidural o por el desgaste físico y mental que estaba casi dormida cuando la bebe nació, sólo vi que un potito se aproximaba a mi rostro y oí una voz que decía muéstrale la carita, lo primero que quiere ver la mamá es el rostro, pero aquella persona que sujetaba a la bebe hizo caso omiso a la sugerencia y dirigiéndose a mi dijo, señora logra ver el sexo verdad?, a lo que con una gran duda respondí preguntando ¿es mujer? con sólo ver el potito no podía saber el sexo, pero por las ecografías previas ya se sabía que sería mujer. No sé porque la enfermera no me mostró a mi hija, pensó acaso que toda zombie como yo estaba me iba a percatar de que mi hija tenía algo “diferente”.

Transcurrían las horas y no me entregaban a la bebe, casi todas las otras señoras que habían dado a luz junto a mí ya tenían a sus bebes con ellas, pero la mía nada, lo peor es que nadie me decía nada, trataba de buscar alguna enfermera cómplice que me diera una pista, que me dijera algo, pero lo único que esas robots decían era no se impaciente, si no la traen por algo debe ser.
Que angustia la mía, que estaría pasando, acaso la bebe estaba mal, nadie me decía nada.

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